De violencia(s) y convivencia(s)

    • CAP 1
      De qué hablamos cuando hablamos de PAZ

    • CAP 2
      De qué hablamos cuando hablamos de GUERRAS

    • CAP 3
      De qué hablamos cuando hablamos de DISCRIMINACIÓN LINGÜÍSTICA

    • CAP 4
      De qué hablamos cuando hablamos de MANIPULACIÓN INFORMATIVA

    Zomeño

    CAP 1: De qué hablamos cuando hablamos de PAZ

    Carlos Cuesta-Martínez

    13 de marzo 2025

    No podemos negar la realidad del momento en el que vivimos: son tiempos que presentan muchos desafíos para la construcción de la paz. Nuestra consulta diaria a los medios de comunicación nos recuerda, de manera constante, el elevado número de conflictos armados que se están desarrollando a escala global. Sin embargo, ante este aparente auge del belicismo, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿hay verdaderamente menos paz y más violencia que en períodos anteriores?

    ¿Realmente estamos tan mal?

    Como cabría esperar, una pregunta tan compleja no permite ofrecer una respuesta tajante con facilidad. Si, en primer lugar, nos centramos en la violencia, es innegable aseverar que la situación es complicada. No solamente por las violencias directas con las que compartimos nuestro tiempo, sino por su contribución a un discurso a favor de la carrera armamentista y el rearme, que provoca, a su vez, una mayor inseguridad. Una «militarización de las mentes» que no solo reduce la capacidad de indignación ante el sufrimiento, sino que permite la adopción progresiva, entre la ciudadanía, del apoyo a las intervenciones en conflictos bélicos. 

    Pese a todo, si bien la violencia directa cuenta en la actualidad con una gran capacidad destructiva gracias al desarrollo tecnológico y científico, sería también conveniente analizar el estado de otros tipos de violencia. Así, observamos diferentes violencias en nuestro día a día (de género, escolar, obstétrica, medioambiental, etc.), lo que nos hace pensar en la importancia de prestar atención también a la violencia estructural y cultural.

    Si la respuesta en cuanto a la violencia no es sencilla, ¿qué hay de la paz? En la mayoría de ocasiones, cuando los medios de comunicación o la academia analizan la paz, la enfocan solamente desde la presencia de conflictos bélicos. Este acercamiento reduccionista tiene efectos negativos en la ciudadanía, de manera similar a la militarización de las mentes: Leonardo Boff y Mark Hathaway identificaron que hablar de la violencia como un fenómeno único, sin abordar sus alternativas, provocaba una «impotencia interiorizada» que fomentaba la inacción y la resignación, al tiempo que impedía el cambio y la transformación a nivel global.

    Y es que si hablamos de paz, ciertamente su presencia ha aumentado respecto a lo que sucedía en épocas anteriores. Acerca de esto, por ejemplo, en 2012, Steven Pinker publicó el libro Los ángeles que llevamos dentro, en el que identificaba varios indicadores que generaban un mayor nivel de paz, como los derechos humanos, el sistema democrático y la existencia de Estados, unas mayores cuotas de bienestar, el auge del cosmopolitismo y la globalización o la extensión del feminismo. 

    En este sentido, hay varios indicadores que se muestran esperanzadores y que son eclipsados por la violencia directa: la pobreza extrema está en mínimos históricos (pese a que todavía la padece el 8,6 % de la población mundial), la renta global mediana se ha duplicado en tan solo dos décadas y la generación Z vive mejor que sus padres (el 75 % de los jóvenes de entre 12 y 27 años viven en economías emergentes). 

    ¿Quién vela por las paces?

    Si, en el caso de la violencia, encontrábamos un fenómeno heterogéneo con diferentes tipos de violencias (directa, estructural y cultural), también es correcto hablar de la paz en plural. La investigación para la paz es la disciplina encargada de estudiar la paz, así como los medios para su consecución. Y, pese a su carácter incipiente como materia de estudio (que se inició en el período de entreguerras a mediados del siglo pasado), ya ha contado con una notable evolución con cambios significativos. Las investigadoras del grupo DESPAZ – Desarrollo Social y Paz (Departamento de Filosofía y Sociología), Sonia París Albert e Irene Comins Mingol, describen las tendencias que ha experimentado el campo de estudio en su artículo «La nueva agenda de la filosofía para el siglo XXI: los estudios para la paz», junto al fallecido profesor de la casa Vicent Martínez Guzmán.

    Inicialmente, se concibió la paz tan solo como la ausencia de guerras (absentia belli). Sin embargo, después, la disciplina cambió su enfoque con la introducción del concepto de «violencia estructural» de Johan Galtung. De tal modo, la paz no solo se concibió como la inexistencia de conflictos armados, sino que también se entendió como sinónimo de justicia, desarrollo, igualdad y satisfacción de necesidades básicas. La violencia, a su vez, se amplió y concibió la falta de recursos o la discriminación institucional como algunas de sus modalidades. «Quedarnos solo en el estudio de la violencia tiene ese efecto perverso de naturalizarla y convertirse en una profecía autocumplida. De ahí que consideremos muy importante también dedicar el mismo esfuerzo que hemos dedicado al estudio de la violencia, dedicárselo también a la paz», explica Comins.

    Y es que, para los estudios para la paz, la educación en valores es la forma más conveniente para la prevención de la violencia. La educación para la paz propone transformar los modelos pedagógicos hacia modelos más activos y dinámicos en un contexto en el que las asignaturas que invitan al pensamiento y a la reflexión se ven cada vez más denostadas. El desarrollo de las core skills (la cooperación, la empatía, la resiliencia, la escucha activa, etc.) es imprescindible para conseguir una ciudadanía más crítica, ética y creativa que contribuya a la construcción de la paz. Según París: «Necesitamos una ciudadanía que sea capaz de cuestionar las estructuras sociales e intente indagar sobre ellas, que tenga la capacidad de ponerse en la piel de otras personas». Con tal finalidad, la Cátedra UNESCO de Filosofía para la Paz de la Universitat Jaume I publicó, en septiembre de 2024, el libro pedagógico Proyecto BALDER: Core skills para hacer las paces.

    CAP 2: De qué hablamos cuando hablamos de GUERRAS

    Carlos Cuesta-Martínez

    13 de marzo 2025

    Consultar los titulares estos últimos años se ha convertido en un ejercicio de geografía involuntaria. Lectores y lectoras han podido rememorar recientemente el nombre de tierras lejanas (y no tan alejadas) que han vuelto a nuestra mente por la reactivación de conflictos en sus territorios: Ucrania, Gaza, Sudán, Etiopía, Siria o Yemen podrían ser algunos de los ejemplos más sonados. Y si bien en el capítulo anterior de este monográfico observábamos que es difícil afirmar que hay una mayor cantidad de violencia en la actualidad, el aumento de la violencia directa alrededor del mundo es innegable.

    El Departamento de Investigación para la Paz y los Conflictos de la Universidad de Upsala (en Suecia) muestra en su programa de datos una tendencia creciente desde el 2009 (con un total de 86 conflictos, que abarcan tanto acciones de violencia unidireccionales como represión estatal) hasta el 2023, cuando el número total de enfrentamientos armados alcanza los 176. Este auge de la beligerancia, especialmente notable en los últimos cinco años, acaba con el período de pacificación que se estableció después del desmoronamiento de la Unión Soviética con la interrupción de los conflictos generados en la Guerra Fría y el comienzo del incierto «nuevo orden internacional».

    En cuanto a las víctimas, también se puede observar un repunte grave en las dos últimas décadas: desde las 20 611 muertes causadas por conflictos bélicos del año 2004 hasta las 311 325 en el 2022. Además, investigadores como Mario López Martínez indican como, a pesar de la sofisticación de la tecnología armamentista, el porcentaje de víctimas entre la población civil es cada vez mayor respecto a las bajas militares. Según el investigador Vicent Sanz Rozalén, miembro de los grupos DESPAZ y HEHA – Grupo de Investigación de Historia de los Espacios Hispánicos y Americanos, siglos XIV-XX (Departamento de Historia, Geografía y Arte), este fenómeno recibe el nombre de «guerra total» y responde a las nuevas pretensiones de los conflictos: «El objetivo de una guerra ya no es la conquista de un territorio ni la derrota de un ejército, sino la aniquilación y el sometimiento del enemigo». Atacar la retaguardia de un contrincante provoca problemas económicos, de abastecimiento, de producción de armamento y, en síntesis, inestabilidad social y pérdida de apoyo al conflicto.

    ¿Por qué vuelven las guerras?

    Para Sanz, nuevamente no hay una respuesta sencilla. Sanz explica que la especificidad de cada conflicto impide explicar su activación de manera conjunta y unificada, ya que responde a combinaciones multifactoriales de elementos políticos, sociales y económicos concretos: «Cada conflicto tiene su historicidad y, por lo tanto, los motivos que podemos encontrar detrás son diversos en cada circunstancia. Los acontecimientos solo pueden entenderse en su contexto temporal y su contexto espacial».

    En cambio, sí que se pueden identificar rasgos en común que tienen relación con esta tendencia. En primer lugar, la violencia protagonista en muchos de los conflictos actuales es diferente a la practicada en períodos anteriores, con el auge de nuevas formas de violencia como el terrorismo. En segundo lugar, se puede observar un aumento de la inestabilidad política a escala internacional e interna de los países. Fenómenos como el ascenso de la extrema derecha limitan la capacidad de reacción frente a los conflictos y ponen en crisis el funcionamiento de las democracias. Incluso, en algunos casos como los de Rusia e Israel, ciertos grupos no solo apoyan el inicio de los conflictos, sino que incitan las acciones violentas que acometen sus Estados y favorecen el mantenimiento de sus regímenes.

    El discurso reaccionario de estos movimientos se caracteriza por su carácter clasista, xenófobo e, incluso, por enaltecer la violencia en las redes sociales, lo que promueve el desarrollo de relatos desconectados de la realidad. La inestabilidad causada por el clima de enfrentamiento social requiere la tarea didáctica por parte de la clase política, los medios de comunicación y la academia, que tienen que recuperar la confianza de la ciudadanía en las instituciones y el Estado como elemento amortiguador de las diferencias y los conflictos a nivel interno. Según Sanz, esta tarea tiene que llevarse a cabo teniendo presente el conocimiento histórico y fomentando la construcción de memorias democráticas como elemento fundamental para enseñar conciencia ciudadana.

    Igual que para conducir de forma segura es necesario mirar de vez en cuando por el retrovisor, las sociedades tenemos que hacer lo mismo. Mirar hacia el pasado, hacia atrás, es importante para ver hacia dónde vamos, si vamos bien, qué es lo que nos espera.

    CAP 3: De qué hablamos cuando hablamos de DISCRIMINACIÓN LINGÜÍSTICA

    Carlos Cuesta-Martínez

    13 de marzo 2025

    La conflictividad y la ausencia de cohesión social en las sociedades pueden producirse por diferentes factores. En algunos casos, como se ha podido comprobar en los anteriores capítulos de este monográfico, una de las principales razones recientemente es el auge de grupos discriminatorios en las redes sociales y los espacios de convivencia, lo que pone de relieve la necesidad de una tarea didáctica por parte de las instituciones, la academia y los medios de comunicación. Pero se podrían encontrar otros alicientes, como sería el caso de aquellos territorios en los que la discriminación se produce por razones lingüísticas.

    Países donde la convivencia de dos o más lenguas provoca situaciones de diglosia, en las que una de las lenguas se considera la de prestigio y se emplea en todos los ámbitos de uso, en especial en los formales (y protagoniza así la mayoría de producciones escritas y culturales). El resto de idiomas en estos territorios, en cambio, tienen que conformarse con quedar relegados a ámbitos privados e informales, lo que provoca que tengan una menor visibilidad. Para Maria Montroy Ferré (profesora sustituta en el Departamento de Traducción y Comunicación de la UJI, anteriormente miembro del grupo de investigación TRAMA – Traducción para los Medios Audiovisuales y Accesibilidad y en la actualidad en el TransMedia Catalonia de la UAB) se pueden definir las lenguas minorizadas como «lenguas que ven reducido su ámbito de uso en su territorio natural de habla porque se han visto perseguidas, se ha intentado que se prohíban o se ha restringido su uso». Esta situación provocaría, por lo tanto, que los hablantes se vieran forzados a adoptar la lengua dominante.

    Es el caso de la excolonia portuguesa Santo Tomé y Príncipe, como desarrolla Montroy en algunos de sus artículos académicos como «Multilingüismo en Santo Tomé y Príncipe: un acercamiento desde la subtitulación». En esta nación insular africana, la lengua oficial y predominante es el portugués (que muestra la herencia de su pasado colonial, independizada en 1975) que disfruta de una gran preponderancia en los medios de comunicación, pero además conviven otras cuatro lenguas autóctonas (criollo angolar, caboverdiano, forro y lung’Ie) que se usan en el ámbito privado y están en riesgo de desaparición a pesar del esfuerzo de los académicos para enseñarlas y normalizarlas.

    ¿Por qué se discriminan algunas lenguas?

    Si bien es cierto que la diáspora (incentivada por el grado de pobreza del país, con un índice de desarrollo humano en la 135.ª posición de los 189 Estados según UNICEF) está convirtiendo el forro prácticamente en un símbolo de identidad nacional, la lengua se usa de forma mayoritaria en las zonas agrícolas y por un colectivo concreto: la gente mayor. En Santo Tomé y Príncipe, las familias deciden educar a sus hijos e hijas en portugués con la esperanza de que eso les proporcione mayores oportunidades educativas y laborales, lo que provoca que las nuevas generaciones no adopten las lenguas minorizadas, como es el caso del forro. «Tenemos que entender que los padres quieren lo mejor para sus hijos. Si de alguna manera detectan que su idioma los perjudicará y que hay otro que les abrirá más puertas, entonces la familia elige abandonar su lengua en favor de la lengua de prestigio», explica Montroy.

    De esta forma, el forro queda relegado únicamente a la gente mayor o a los habitantes de las zonas más agrícolas, más apartadas y empobrecidas en un país en el que, de por sí, hay mucha pobreza. Además, los ancianos y ancianas reciben una doble discriminación en la nación africana, ya que habitualmente se ven abandonados por los núcleos familiares por razones como la pobreza, la intolerancia o la vinculación con la superstición, lo que provoca incluso casos de violencia física y psicológica.

    En una situación de abandono, menor poder adquisitivo y uso de una lengua minorizada, la gente mayor de Santo Tomé y Príncipe tiene que afrontar varios prejuicios que dificultan su integración social. Prejuicios que, para Montroy, están «construidos expresamente»: «El hablante de una lengua minorizada no elige voluntariamente apartarse del resto de la sociedad. Es una cuestión que viene impuesta por las circunstancias externas porque hay un cierto interés».

    En su trabajo de investigación, Montroy entrevistó a personas ancianas, no ancianas y expertas para averiguar el grado de discriminación que supone usar la lengua minorizada; también llevó a cabo talleres de doblaje de animación en forro con personas ancianas y niños y niñas de una misma comunidad. De esta forma, el estudio de la investigadora trató de romper prejuicios intergeneracionales e interlingüísticos y ofrecer proyección social a la gente mayor del país africano, así como producir material audiovisual en la lengua minorizada. «En el caso del forro, se propone que su preservación vaya de la mano con una integración social de las personas ancianas hablantes de esta lengua en exclusión o en riesgo de exclusión, para darles un rol de dignidad y respeto en la comunidad», concluye en su artículo.

    Por lo tanto, si nos preguntamos por qué razón apostar por la normalización de lenguas minorizadas puede ayudar a la convivencia de colectivos, Montroy tiene una respuesta clara.

    Normalizar estas lenguas es una forma de resarcir a sus hablantes, precisamente por todos los prejuicios que han sufrido ellos y sus antepasados por el hecho de hablar una lengua. Pero más allá de eso, si normalizas una lengua, la visibilizas y la dignificas de alguna manera. Por lo tanto, normalizas, visibilizas y dignificas también a sus hablantes. Los estás reconociendo como parte de la sociedad y eso ya es paz y cohesión social

    CAP 4: De qué hablamos cuando hablamos de MANIPULACIÓN INFORMATIVA

    Carlos Cuesta-Martínez

    13 de marzo 2025

    En anteriores capítulos de este monográfico se han mencionado cuestiones como la influencia de las redes sociales y los medios de comunicación en la deriva belicista de ciertos grupos sociales o, incluso, del conjunto de la ciudadanía. La fijación de la cobertura mediática por los conflictos podría llevar, a largo plazo, a posturas resignadas que acepten su inevitable convivencia con las guerras o puedan llegar a defender las acciones violentas de sus gobiernos. Pero ¿es tal el poder de la comunicación?

    «Los medios de comunicación tienen muchísimo poder porque, aunque sabemos que no, son la apariencia de la realidad. Y lo que queda fuera de su foco parece que no existe o lo desconocemos», asevera Eloísa Nos Aldás, coordinadora del grupo DESPAZ y PDI del Departamento de Ciencias de la Comunicación. El estudio sobre los efectos de los medios en la ciudadanía ha experimentado una evolución, desde primeras aproximaciones que argumentaban una influencia más directa hacia perspectivas teóricas que defienden la mayor capacidad de filtraje crítico por parte de los públicos. Sin embargo, autores como Noam Chomsky identifican la apatía y el miedo como algunos de sus principales efectos en la población. Estas percepciones negativas llevarían, por un lado, a una mayor confianza en instituciones defensivas como el ejército y, por otro, a la desmotivación para el cambio social, lo que provocaría que se interiorizara la impotencia.

    Durante los últimos tiempos, la comunicación, en su vertiente de propaganda más sofisticada, se ha empleado expresamente para enardecer el auge de los populismos. La complejización de la realidad y las dificultades económicas habrían sido algunas de las principales razones por las que grupos sociales habrían aceptado estos discursos reduccionistas que ofrecen soluciones fáciles para los conflictos de índole social. 

    En cambio, cabría destacar el carácter fragmentador que enarbolan las propuestas populistas, en ocasiones basadas en el odio y el rechazo: «Los valores y las emociones que hay detrás de la comunicación a la hora de polarizar son lo contrario a lo que nos podría llevar a la cohesión social», asegura la investigadora. Las redes sociales, en particular, habrían ejercido como escenario ideal para la construcción y difusión de dichos discursos, en especial para aquellos que tratan de construir un enemigo que supone un peligro para la estabilidad económica o moral y que refuerzan la identidad de las personas usuarias, ya que solo consumen contenido de su propio perfil e ideología recomendado por los algoritmos de personalización.

    La selección consciente y activa de nuestros medios informativos es prioritaria para nuestra convivencia en la red

    Hateblockers

    Iniciativa que combate el odio en redes, fomenta el debate respetuoso y ofrece herramientas para verificar información y educar sobre el discurso de odio.

    Brøders

    Plataforma que ofrece un espacio seguro para jóvenes, brindando apoyo y recursos sobre diversos temas de interés. A través de su canal de WhatsApp, los usuarios pueden recibir información y orientación personalizada. La plataforma responde a la necesidad de que los chicos necesitan hablar y solo encuentran espacios tóxicos para hacerlo.

    La Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo

    Este grupo reúne a ONGD y entidades comprometidas con la justicia social, la igualdad y la sostenibilidad. Promueve la cooperación internacional, la acción humanitaria y la educación para la ciudadanía global, trabajando en red para impulsar un mundo más justo y solidario.

    ¿Cómo mejorar nuestro consumo mediático?

    Sin embargo, según Nos-Aldás, tampoco es conveniente adoptar una postura generalista respecto a la influencia de los medios. En primer lugar, porque esos medios se encuadran e insertan en el sistema, y replican así sus vicios y virtudes y vinculan su actividad con la política, la legislación y el mercado: «El periodismo lo hacen profesionales que han pasado por la universidad y pueden ser de muchas formas, pero se van a encontrar con unas estructuras que les van a permitir hacer ciertas cosas u otras». En segundo lugar, debido a que no todos los medios de comunicación actúan de manera similar y unificada frente a la visibilización de los conflictos y de la violencia directa.

    Frente a la saturación informativa y las narrativas perniciosas que habitan las redes sociales, hay proyectos que reclaman un necesario consumo de medios más consciente por parte de las audiencias. Es el caso de Víctor Sampedro de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, que en su proyecto de alfabetización mediática Dietética Digital fomenta un acercamiento más selectivo a los medios de comunicación y las redes sociales, lo que hace ver a las personas usuarias su «obesidad mórbida con los dispositivos digitales, la tecnología y la saturación», explica la investigadora. Y todo ello porque, en síntesis, nuestro consumo mediático y digital influye en qué compramos y qué votamos. 

    Mediante este tipo de prácticas no solo seremos menos propensos a confiar ciegamente en el contenido recomendado por nuestro algoritmo, sino que también podremos acceder a cabeceras alternativas y alterativas, como identifica Rafael Roncagliolo, que nos alejen del foco mediático convencional. Según Nos-Aldás, «existen medios que son proyectos independientes y trabajan específicamente en visibilizar esas otras realidades, en visibilizar las causas y las opciones, pero es cierto que no suelen ser los medios masivos, que hay que conocerlos y buscarlos». Sería el caso de iniciativas como Climática, Revista 5W o La Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo.

    Y, más importante aún, el acceso más consciente al contenido mediático nos permitirá, incluso, consultar la información solamente cuando lo deseemos, no cuando las rutinas periodísticas, las programaciones televisivas o el algoritmo nos fuercen a ello: «El consumo de medios que hacemos lo decidimos nosotros y nosotras», argumenta Nos-Aldás. La investigadora del Dpto. de Ciencias de la Comunicación nos lo recuerda: «Siempre puedes apagar la tele o el móvil».

    Conclusiones en 1 minuto

    Créditos

    Coordinación: María Martín
    Realización: Eloi Fustier y Claudia Ferrando
    Diseño: Daniel Zomeño y Nacho Gárate
    Revisión y estilo: Marta Mejías

    Agradecimientos

    Profa. Sonia París
    Profa. Irene Comins
    Prof. Vicent Sanz
    Profa. Maria Montroy
    Profa. Eloísa Nos
    Labcom UJI
    Department of Peace and Conflict Research (Uppsala University, Suecia)

    Grupos de investigación

    DESPAZ – Desarrollo Social y Paz (Filosofía, Comunicación, Educación y Ciudadanía)
    Transmedia Catalonia (Universidad Autónoma de Barcelona)

    (re)Construyendo miradas a los espacios rurales

      • CAP 1
        ¿Qué distinciones encuentra el espacio rural frente al urbano?

      • CAP 2
        ¿Cómo es la docencia en una escuela rural?

      • CAP 3
        ¿Cómo ha evolucionado el cine rural en las películas españolas?

      • CAP 4
        ¿Cómo pueden contribuir las marcas territorio a la dinamización de los espacios rurales?

      Zomeño

      CAP 1: Subordinación y desequilibrio territorial. ¿Qué distinciones encuentra el espacio rural frente al urbano?

      Carlos Cuesta-Martínez

      10 de mayo 2024

      Entre todos los debates sociales que se pueden encontrar en la agenda política y mediática, el de la ruralidad es uno de los que ha gozado de una mayor popularidad en los últimos años. Pruebas de este auge serían, en el ámbito político, la creación de partidos y plataformas como Teruel Existe (que cuenta con representación en el Congreso de los Diputados en la última legislatura) o España Vaciada (fundado durante la segunda mitad del 2021). En cambio, a pesar del recorrido previo sobre este debate en el ámbito académico, se establece la publicación del ensayo La España vacía de Sergio del Molino como punto de entrada en la agenda política.

      Desde la mayor cobertura política y mediática de la problemática realizada en los últimos años se han intentado identificar las raíces del problema, así como sus posibles soluciones; pero, ¿cuál podría ser su origen? El primer descenso demográfico lo podríamos ubicar en las décadas de los sesenta y los setenta, cuando la industrialización de las ciudades provocó un vaciado de los espacios rurales. Este éxodo adopta una dinámica distinta en las últimas décadas, marcadas por la huida de gente joven, sobre todo de mujeres.

      Los flujos demográficos de la segunda mitad del siglo XX han coincidido con la ausencia de políticas públicas de igualdad con la llegada de la democracia, provocando el desequilibrio territorial de la actualidad. Por esta razón, la situación actual se puede concebir como un escenario provocado por cuestiones políticas y no por fenómenos naturales, dando lugar a que atribuir la raíz del problema a la “despoblación” no haga justicia a los verdaderos agravantes de la cuestión.

      El desequilibrio territorial de la actualidad afecta a las personas que habitan los espacios rurales en diversos ámbitos, provocando que no gocen de una situación igualitaria con la de la ciudadanía que reside en las urbes. Los miembros del grupo de investigación DESiRES – Sociología y Metodologías de Investigación Social. Desigualdades y Resistencias (Departamento de Filosofía y Sociología) Xavier Ginés Sánchez y Vicent A. Querol Vicente identifican en su artículo Distinción urbana y ruralidad. Normativa y discriminación de la sociedad rural cómo la ruralidad se distingue y discrimina de la urbanidad en cinco escenarios diferentes.

      “El espacio rural está subordinado a la ciudad y sus habitantes sufren las consecuencias”

      La primera distinción que identifican los investigadores se debe a la subordinación. En la actualidad, los espacios rurales se conciben como territorios subordinados a los espacios urbanos. El número más reducido de población o la concepción general de las personas que habitan el ámbito rural como más “rudas” y menos sensibles a los impactos perjudiciales ha provocado que, en el pasado, se decidiera ubicar ciertas actividades lejos de las ciudades por ser consideradas peligrosas, molestas o contaminantes. Un ejemplo sería la implantación de vertederos o incineradores de residuos sólidos urbanos (RSU) en espacios rurales alejados de los grandes núcleos de población, lo cual afecta a la vida de las personas ubicadas cerca a pesar de la escasa densidad de habitantes.

      Fuente: INE y Conselleria de Sanitat

      La distinción por distancia sería la segunda que han definido Ginés y Querol en su artículo. Como es sabido, el objetivo del estado de bienestar debería ser cubrir las necesidades de la ciudadanía. En cambio, este principio se cumple actualmente de manera discriminatoria para las personas que residen en los espacios rurales, dando lugar a la creación de ciudadanías “de primera” (urbanas y beneficiadas plenamente por los servicios públicos) y “de segunda” (rurales y discriminadas o beneficiadas solo en parte). Esta discriminación se debe al establecimiento de los servicios públicos según el índice de población, concentrándolos en los núcleos urbanos más poblados como las capitales de provincia, alejándolos de las localidades rurales —que tienen una población menor— y primando la eficiencia de los servicios por encima del derecho a su acceso.

      De esta manera, la distancia (tanto física como temporal) dificulta a las personas que habitan los espacios rurales el acceso a los recursos públicos, pero también a los privados. Esta desigualdad provocada por acciones políticas se agrava cuando se desarrollan soluciones que no son inclusivas con los ciudadanos externos a las urbes. Es el caso, por ejemplo, de la medida correctora de reducción de precios o gratuidad del transporte público que las administraciones han implementado para hacer frente a la subida de precios de los combustibles. Pero esta iniciativa se ha concebido sin tener en cuenta la situación de las personas de los espacios rurales, que carecen de acceso al transporte público y se ven forzadas a usar el transporte privado para poder desplazarse.

      «Las consecuencias del discurso son la responsabilización de la misma ruralidad de su fracaso y búsqueda de soluciones paternalistas que alejan las actitudes de reivindicación y de exigencia de acceso a los derechos»

      En tercer lugar, los autores de la UJI describen la distinción por ineficiencia. Si bien es cierto que casi todas las poblaciones cuentan con problemas de acceso a los recursos y los servicios públicos, estas carencias no las causa el despoblamiento, sino los constructos ideológicos y políticos. Las consecuencias de estas desigualdades provocan la construcción de un discurso que responsabiliza a la ruralidad de su propio fracaso y trata de buscar soluciones paternalistas. Para Ginés y Querol, “la ruralidad de nuestro territorio no se caracteriza por la falta grave de oportunidades laborales, sino que lo que se echa de menos es calidad y calificación requerida”. Por tanto, el desarrollo en los espacios rurales debería plantearse desde una perspectiva inversa a la propuesta urbana: entendiendo que es el desarrollo el que genera ocupación y no en sentido contrario.

      La cuarta distinción que ubican los miembros del Departamento de Filosofía y Sociología se debe a la patrimonialización. El imaginario de los espacios rurales está construido y, en la actualidad, hecho a medida desde la perspectiva urbana. Esto provoca que se conciba la ruralidad mediante un ideario de pasado construido, inventado e impuesto y que entiende con paternalismo a las personas que habitan en los pueblos como toscas o culturalmente atrasadas. Más allá de los prejuicios, una nueva ruralidad dinámica está presente en las áreas rurales con la juventud como grupo clave sobre el que se deben pivotar las sostenibilidades de futuro.

      Finalmente, Xavier Ginés Sánchez y Vicente Querol Vicente identifican una última distinción en su investigación: la causada por renaturalización. La desaparición progresiva de la agricultura en los espacios rurales (a la cual solo se dedica el 10 % de la población de estos tipos de núcleos de población) ha provocado que ya no se cumplan al mismo nivel las funciones que cumplía esta actividad: la soberanía alimentaria. Una menor actividad humana de las personas que residen en los espacios rurales sobre el campo ha dado lugar al aumento de bosques y de materiales inflamables.

      En cambio, la conservación del paisaje se construye actualmente desde los espacios urbanos a partir del discurso del neoliberalismo conservacionista (compartido por militantes de todo el arco ideológico), el cual defiende, en demasiadas ocasiones, un ideario “conservacionista” de la naturaleza que incapacita a las personas que habitan los espacios rurales para la participación en la gestión de los que históricamente han sido sus territorios. Según Ginés y Querol, “un paisaje que, hay que subrayar, ha llegado hasta nuestros días gracias a quienes han continuado viviendo en los espacios rurales”.

      «Se debe orientar el sentido de las medidas correctoras hacia los orígenes de los problemas y no solo hacia las consecuencias como si se tratara de un fuego»

      En resumen, se puede comprobar cómo los espacios rurales cuentan con una firme discriminación respecto a los espacios urbanos en varios ámbitos, dando lugar a una problemática de desequilibrio territorial causada por razones políticas y no de origen natural. Las soluciones desarrolladas para resolver la cuestión han nacido en los espacios urbanos con una marcada perspectiva urbana, que con propuestas paternalistas han impuesto medidas que no se corresponden con la realidad histórica desarrollada en estos territorios (como es el caso de la gestión de la naturaleza y el paisaje).

      Para Ginés y Querol, resolver las distinciones que sufren los espacios rurales depende de actuar sobre el origen de la problemática y no sobre sus consecuencias: “El tratamiento diferenciado de la normativa para entornos urbanos y rurales para acabar con la desigualdad que hay actualmente es el camino inverso al que se ha descrito anteriormente como construcción social de la realidad”. “En este caso, estaríamos ante una destrucción normativa de la desigualdad social que ya se usa, por ejemplo, en el caso de las medidas de discriminación positiva para conseguir la equidad de las minorías étnicas o para las mujeres”, añaden.

      En el caso de la UJI, se pueden encontrar iniciativas para abordar la problemática, como el Aula de Nueva Ruralidad, la Cátedra de Brecha Digital y Territorio, la participación en el Foro de Nueva Ruralidad o el desarrollo de proyectos de investigación.

      Conclusiones en 1 minuto

      CAP 2: Metodologías participativas y vinculación con el territorio. ¿Cómo es la docencia en una escuela rural?

      Carlos Cuesta-Martínez

      10 de mayo 2024

      El desequilibrio territorial que sufren los espacios rurales provoca que la ciudadanía de los pueblos no tenga la misma capacidad de acceso a los servicios públicos, como el transporte público o la sanidad, que la población que reside en los espacios urbanos. Pero de todos los servicios ofrecidos por el Estado, hay uno que por su condición en el espacio rural cuenta con una naturaleza y una serie de características muy específicas: la educación.

      En la Comunidad Valenciana, este curso hay un total de cuarenta y seis CRA (Colegios Rurales Agrupados): catorce en Castellón, veinticuatro en Valencia y ocho en Alicante. Si bien sería tentador a la hora de abordar este fenómeno, se tiene que evitar el error de hablar de “la escuela rural” como una etiqueta unificadora y homogénea: cada colegio situado en un entorno rural cuenta con una serie de condicionantes diferentes (la organización del centro, la estabilidad y coordinación del equipo docente, el entorno sociodemográfico, etc.), lo cual da lugar a una realidad que destaca por su heterogeneidad. Por lo tanto, cuando hablamos de escuela rural debemos centrarnos en su realidad y su contexto inmediato. Este hecho nos lleva al concepto de escuela incluida en el territorio o escuela vinculada al territorio.

      Aun así, sí que se pueden identificar atributos específicos de las escuelas rurales que las distinguen de los centros educativos urbanos. La investigadora Aida Sanahuja Ribés (del grupo de investigación MEICRI – Mejora Educativa y Ciudadanía Crítica, Departamento de Pedagogía y Didáctica de las Ciencias Sociales, la Lengua y la Literatura) y Víctor Jaime Selusi Franch (estudiante de la Universidad para Mayores de la UJI) los identifican en el artículo Aproximación a la escolaridad inclusiva en los territorios rurales: estudio piloto sobre la voz de los docentes. Uno de ellos sería el caso de las ratios reducidas, que son considerablemente inferiores que en las urbes debido a un número de estudiantado inferior. Pero esta ratio se tiene que interpretar de forma positiva, ya que un alumnado menor permite una enseñanza más personalizada.

      El reducido número de alumnos y el hecho de que las aulas rurales suelan acoger a estudiantes de diferentes cursos origina las denominadas aulas multigrado, en las cuales conviven estudiantes de diferentes cursos en un mismo espacio educativo. Diversos estudios muestran que el rendimiento académico del alumnado en la escuela rural es superior, en la mayoría de los casos, que en la ofrecida en los espacios urbanos debido a estas dos razones. El denominado “aprendizaje contagiado” sirve como una especie de repaso para los más mayores cuando se imparte la materia de cursos anteriores y como adelanto y preparación para los pequeños cuando se da el contenido de cursos posteriores.

      Por este hecho, las escuelas rurales se consideran instituciones educativas de gran valor pedagógico. Por tanto, podemos decir que los contextos educativos situados en entornos rurales favorecen, en general, una educación de calidad, lo cual ayuda a contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Muy especialmente al objetivo número 4, que consiste en “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todas y todos”.

      «La escuela rural permite una educación más lenta, más próxima y humana, que facilita la educación en este ámbito, establece un clima adecuado y es más fácil la cohesión grupal»

      Otro factor particular de los CRA sería su división en aularios en poblaciones diferentes con itinerancia del profesorado especialista. Esta cuestión puede afectar negativamente a los centros en el ámbito organizativo (asociaciones de familias, etc.) o en la necesidad de tejer un sentimiento de pertenencia en cuanto a la comunidad educativa.

      Sin embargo, probablemente la principal diferencia con la escuela urbana radica en la vinculación e implicación de las familias y el vínculo con el territorio. El medio natural ofrece muchas potencialidades que pueden ser aprovechadas en la educación mediante dinámicas participativas. De esta manera, el papel de la escuela rural radica en fomentar formas de vida sostenibles y valorar más el entorno en el que vive su alumnado. Por eso, más allá del currículum, se educa en valores como la protección del medioambiente o la construcción de identidades con el territorio.

      Las escuelas rurales, además, cumplen funciones más allá de la docencia. Por un lado, ayudan a reducir la tendencia del despoblamiento, convirtiéndose en una entidad necesaria para el mantenimiento de los pueblos, a pesar de ser insuficientes para fijar la demografía de un territorio. Por otro lado, los colegios situados en los espacios rurales son una de las instituciones locales más importantes para la comunidad. Por esta razón, cuentan con instituciones (ayuntamientos, agrupaciones de vecinos, asociaciones locales, etc.) para la vinculación y efectividad del proyecto educativo en un contexto rural. Además, el desarrollo tecnológico que se ha originado en las últimas décadas también ha sido un elemento altamente positivo no solo para las escuelas rurales, sino para los contextos rurales en general.

      Las prácticas externas de los Grados de Maestro o Maestra de Educación Infantil y Primaria de la Universitat Jaume I se caracterizan por seguir un modelo llamado prácticum en alternancia o prácticum dual. En este caso, se ha apostado por una doble alternancia. Por un lado, se alternan los escenarios formativos, es decir, el alumnado durante el periodo de prácticas externas va a la escuela, pero también tiene una serie de seminarios dinamizados por el profesorado de la universidad donde va trazando vínculos entre la teoría (que se estudia en la universidad) y la práctica profesional docente (que tiene lugar directamente en las escuelas). Por otro lado, existe una alternancia de contextos. El alumnado de segundo curso tiene que realizar sus prácticas en una escuela rural, complementándolas con centros educativos de otras tipologías en los cursos posteriores de la titulación. Por tanto, en la formación inicial del profesorado a través de las prácticas externas, el alumnado de la UJI puede experimentar de primera mano el hecho de ser docente en una escuela rural y todo lo que eso comporta.

      Álvaro Mas

      CAP 3: Del cine mudo a coronar la Berlinale. ¿Cómo ha evolucionado el cine rural en las películas españolas?

      Carlos Cuesta-Martínez

      10 de mayo 2024

      La problemática de la ruralidad entró en la agenda política y mediática debido a la publicación del ensayo La España vacía, de Sergio del Molino. Desde ese momento, la mayor cobertura mediática habría permitido que la situación de los espacios rurales se convierta en uno de los debates sociales y políticos más vigentes en la actualidad. Según el investigador Pablo Ferrando García, miembro del grupo ITACA – Investigación en Tecnologías Aplicadas a la Comunicación Audiovisual (Departamento de Ciencias de la Comunicación), “ha habido una ramificación jalonada por múltiples contenidos periodísticos tanto en radio como televisión e, incluso, en prensa”. “Los medios de comunicación están volviendo la mirada a lo rural, y lo podemos encontrar diariamente”, añade.

      En cambio, el mediático no es el único ámbito que se ha hecho eco de la desigualdad entre los espacios urbanos y rurales: también es el caso de las industrias culturales. En el caso de las producciones literarias contemporáneas se pueden encontrar títulos como Los asquerosos de Santiago Lorenzo (2018), Un amor de Sara Mesa (2020) o Pequeñas mujeres rojas de Marta Sanz (2020). Obras que novelizan el conflicto de la ruralidad y que “aluden a un pasado histórico reciente en el que se tiene una especie de forclusión, si hablamos en términos psicoanalíticos”, según Ferrando. 

      Sin embargo, si hay una industria cultural cuyas últimas producciones han apostado por abordar la cuestión, es la del cine. Algunos de los lanzamientos más recientes del cine español han aprovechado su plataforma para ofrecer una cobertura artística de la cuestión y ubicar sus personajes en espacios rurales lejanos a las grandes urbes. Posiblemente, los casos más destacados por su reconocimiento sean los de Alcarràs de Carla Simón (premiada con el Oso de Oro de La Berlinale 2022) y As bestas de Rodrigo Sorogoyen (galardonada con el Goya a Mejor Película 2023), aunque a la lista deben sumarse títulos como O que arde (Oliver Laxe, 2019), Destello bravío (Ainhoa Rodríguez, 2021) o Suro (Mikel Gurrea, 2022), entre muchos otros. También en la provincia de Castellón se han realizado rodajes en poblaciones rurales para los films El olivo de Icíar Bollaín (grabado en Sant Mateu) o La innocència de Lucía Alemany (rodado en Traiguera).

      «No es un fenómeno aislado. El cine español tiene una gran tradición con el universo de lo rural. Podríamos decir que se considera un género específico de nuestro cine»

      Una reconciliación con nuestro cine

      La tendencia de ubicar las películas en espacios narrativos rurales podría parecer un caso aislado, pero, según Pablo Ferrando esta se puede llegar a considerar un género específico de nuestro cine, encontrando los primeros ejemplos incluso en la época muda: “el cine español tiene una larga tradición con el universo de lo rural”. Las primeras películas de este género estaban fuertemente influenciadas por el teatro rural (con un importante desarrollo de estas líneas temáticas desde mediados del siglo XIX hasta la mitad del siglo XX), por lo que no debe extrañar que muchas consistan en adaptaciones cinematográficas de textos teatrales. Es el caso de la obra de teatro La dolores de José Feliú y Codina, adaptada al cine por Enrique Jiménez (1908), Maximiliano Thous (1923) y Florián Rey (1940); de Naturaleza baturra de Joaquín Dicenta, adaptada junto a Juan Vila (1925) y por Florián Rey (1935) y Juan de Orduña (1965); y de La malquerida de Jacinto Benavente, con versiones cinematográficas a cargo de Ricardo Baños (1914) y José López Rubio (1940).

      Desde los primeros ejemplos a inicios del siglo XX, el cine rural ha ido transformándose como género: no solo sus líneas temáticas, sino también los subgéneros de los que se ha nutrido como el folclore (Lejos de los árboles, Jacinto Esteva, 1972), el melodrama (Calle Mayor, Juan Antonio Bardem, 1956), el western (Intemperie, de Benito Zambrano, 2019), el drama provinciano (La voz del sol, de Carol Polakoff, 2023) o el cine bélico ambientado en la Guerra Civil (Tratamos demasiado bien a las mujeres, de Clara Bilbao, 2024). Sin embargo, durante su evolución siempre ha mantenido un elemento común: la construcción según la mirada urbana donde se impone un discurso sobre el restablecimiento del orden marcadamente conservador.

      «Las producciones cinematográficas españolas se han definido como un espejo invertido a todo lo que corresponde a lo urbano. El cine rural español se ha desarrollado y ha adoptado una mirada desde la ciudad»

      Según Ferrando, el cine pretende ejercer como un espejo de la propia realidad, proyectando las necesidades, preocupaciones y valores culturales de cada momento histórico. De tal modo, los espacios rurales en el cine español se erigen como metáforas de la identidad cultural, social y política de su contemporaneidad. “Cualquier discurso, incluso de lo audiovisual, plantea una orientación ideológica. Ninguna película es inocua”, asegura el investigador. Para el miembro del grupo de investigación ITACA, el sustrato ideológico del cine rural se ha articulado tradicionalmente sobre dos elementos.

      El primero de ellos sería una proyección en forma de contracampo de lo urbano, de la ciudad: “las producciones cinematográficas españolas se han definido como un espejo invertido a todo lo que corresponde a lo urbano. O, dicho de otra manera, el cine rural español se ha desarrollado y ha adoptado una mirada desde la ciudad”, explica Ferrando. El segundo concepto unificador sería la presencia de un rígido código moral basado en costumbres inflexibles que desarrollaría un tabú (normalmente, de tipo sexual). La transgresión de ese tabú sería, en el caso del cine rural, el efecto detonador de los conflictos narrativos. Según el investigador, “la ausencia de una mediación social, la ahistoricidad, el estatismo social, la mirada a un futuro, el atavismo, el inmovilismo, el conservadurismo y el afloramiento de una serie de pulsiones primarias serían elementos comunes del cine español en el ámbito de lo rural”.

      Si bien el cine rural podría considerarse un género con una gran tradición en el cine español, ¿por qué nos encontramos nuevamente en una eclosión de ese tipo de cine? Según Pablo Ferrando, habría varias razones que expliquen esta tendencia. Una de ellas se trataría de las decisiones fomentadas desde las propias instituciones culturales, aunque para el investigador la financiación pública que reciben las películas actuales no sería la justificación fundamental. Ferrando identifica especialmente el intento de regresar la mirada a este género, “olvidado” durante las etapas más recientes del cine español, como representante más fidedigno de la identidad española: “Hay una apelación a la mirada de lo específico español, que es el cine de lo rural: el universo rural que supone una identidad para con la sociedad española. Son proyecciones que se erigen como las bases de un discurso que remite a la esencialidad de la identidad social y cultural de nuestro país”.

      Conclusiones en 1 minuto

      CAP 4: Notoriedad y sentimiento de pertenencia. ¿Cómo pueden contribuir las marcas territorio a la dinamización de los espacios rurales?

      Carlos Cuesta-Martínez

      10 de mayo 2024

      Las instituciones y administraciones públicas, conscientes de la situación de desventaja en la que se encuentran los espacios rurales, han desarrollado acciones que pretenden ayudar a la activación de dichos territorios. Una de las herramientas más comunes ha sido la creación de “marcas territorio”, con un variado número de ejemplos en la propia provincia de Castelló como serían Castelló Ruta de Sabor, Castellón Escenario Deportivo, Plana de l’Arc o diferentes iniciativas deportivas como Penyagolosa Trails.

      La construcción de marcas territoriales y su impacto en la sociedad han sido objeto de estudio para los investigadores del Departamento de Ciencias de la Comunicación, como muestra “Marca, territorio y deporte en el horizonte 2030”: el número publicado en enero de la revista AdComunica, editada por el departamento. Destaca especialmente la investigación llevada a cabo por los miembros del grupo de investigación ENCOM – Engagement and Communication (Departamento de Ciencias de la Comunicación) Rocío Blay Arráez, Mayte Benlloch Osuna y Guillermo Sanahuja Peris, organizadores en las dos ediciones del Congreso Internacional Marca, Territorio y Deporte y autores de la comunicación “Castellón, Escenario Deportivo”, la apuesta por el deporte como generador de marca territorio.

      Según los investigadores de la UJI, para entender el concepto “marca territorio” en primer lugar cabría definir por separado los dos términos que forman el concepto global. Por un lado, “marca” haría referencia a la función de identificación y vinculación con unos determinados valores, mientras que “territorio” se referiría no solo a las limitaciones físicas y geográficas sino también a las fronteras identitarias e ideológicas. De tal modo, una comunidad con unos intereses comunes generaría una marca territorio vinculada a sus valores. Las marcas territorio podrían adoptar formas diferentes: denominaciones de origen, tejidos productivos, clusters industriales, etc. Sin embargo, para Blay el factor más importante es “que la comunidad que se genere alrededor del concepto ‘marca territorio’ esté diferenciada y sean fácilmente identificables los valores que esté defendiendo”.

      Las marcas territorio nacen con la pretensión de realzar algún elemento distintivo de un espacio. Ello provoca que, dentro del posicionamiento de marca como territorio a nivel turístico, se proyecten submarcas territorio según el atributo al que estén vinculadas. En el caso de las instituciones provinciales, cuando la Diputació de Castelló consideró cómo generar un impacto mediático y económico y un orgullo de pertenencia encontró dos elementos cohesionadores que podían ser resaltados para la creación de marcas territorio diferentes: la gastronomía, con Castelló Ruta de Sabor; y el deporte, con Castellón Escenario Deportivo. Según Sanahuja, “esas marcas territorio convergen a la hora de divulgar las fortalezas y bondades de un territorio como Castellón”.

      “El deporte, la cultura o la cocina son las plataformas para divulgar, dar a conocer y conseguir que un territorio tenga una determinada notoriedad”

      En cuanto a las dimensiones de las marcas territorio cabe destacar su complejidad, ya que se articulan en base a tres variables. Evidentemente, la primera de las dimensiones de las marcas territorio sería la económica, especialmente en aquellos proyectos observados desde el punto de vista turístico cuyo objetivo sería promocionar un territorio, lograr visitantes, desarrollar clusters o activar la economía local. En segundo lugar, se podría identificar también la dimensión mediática, ya que la pretensión de muchas marcas territorio (especialmente en el caso de los Juegos Olímpicos, los Mundiales de fútbol u otros tipos de pruebas deportivas) sería conseguir notoriedad y presencia en los medios de comunicación gracias a la cobertura mediática de dichos eventos. 

      Sin embargo, para los investigadores del Departamento de Ciencias de la Comunicación, la más importante de las tres dimensiones, en el largo plazo, sería la identitaria. Esta trataría de conseguir el reconocimiento de unos valores por parte de públicos externos, como turistas y visitantes, pero especialmente del público interno: “es de donde surge la marca y de donde cobra sentido para que pueda sentirse privilegiado de que ese territorio tenga una gastronomía, un patrimonio natural o cualquier otra circunstancia que le haga sentir orgullo respecto a otras zonas”.

      Las instituciones deberían fomentar la creación de marcas territorio, ya que suponen una serie de ventajas para la región en la que actúan. En primer lugar, ayudan a cambiar la percepción tanto interna como externa. Es decir, generan sentimiento de orgullo y pertenencia a un territorio, fomentando que la comunidad de un cluster industrial o una población se sienta parte de un proyecto común. Para ello se debe reflexionar qué valores son diferenciadores, qué actividades culturales identifican o qué iniciativas creativas y emprendedoras se desarrollan en un territorio. “Esa es la clave de la marca territorio, que la propia ciudadanía acabe estando orgullosa de aquello que hacen porque eso lleva a la innovación, a buscar nuevas alternativas”, afirma la investigadora.

      «Desde la pandemia hemos visto que hay un cambio que de tendencia de la gliobalización a la proximidad. Nos hemos dado cuenta del valor que tienen nuestros vecinos, nuestro comercio local o los productos de kilómetro cero»

      Esto no solo sería beneficioso a nivel interno, ya que dar visibilidad a nivel externo y aportar a la generación de riqueza podrían convertir el territorio en un polo de captación de talento que ansíe participar y formar parte de un proyecto unificado. Además, aportaría a la diferenciación e identificación del territorio en un contexto saturado de marcas que llegan a las personas receptoras por todos los canales. De tal modo, la promesa estaría más definida en una marca territorio bien desarrollada, verbalizando la experiencia que experimentarían las personas consumidoras.

      Si bien este tipo de iniciativas suelen tener un origen institucional, es fundamental que se involucre a la ciudadanía en su creación. Si los valores compartidos de la marca territorio no nacen de la comunidad que vive en ese espacio, no será sentida como propia y no será defendida por sus propios habitantes. Por tanto, las claves del éxito para una marca territorio serán el entendimiento entre las administraciones y la comunidad local, así como la continuidad: la adaptación y la definición de estrategias a largo plazo son imprescindibles para la viabilidad de este tipo de proyectos territoriales.

      Las marcas territorio, en su pretensión de aportar a la reactivación de los espacios rurales, deberán afrontar una serie de retos. Según los investigadores, el principal desafío será el mantenimiento de los espacios frente al fomento turístico: “cuando haya un excesivo número de visitantes puede suceder que se pervierta o transforme la identidad de un territorio”. “Eso sucede cuando se tiene una visión del mundo rural desde la urbanidad o las ciudades, en las que el visitante va un domingo al espacio rural sin respetar ese patrimonio como está concebido en su día a día”, argumenta Sanahuja. 

      Por tanto, cuando se invite a los territorios desde el deporte, la cultura o la gastronomía, debería ser desde una negociación entre los actores sociales, intentando lograr un alineamiento de intereses para poder generar un mayor impacto económico, mediático y de identidad sin llegar a transformar o pervertir la naturaleza de ese espacio. Esta necesidad se vuelve más imperiosa con el Horizonte 2030, teniendo en cuenta los ODS y observando las consecuencias que muchos destinos turísticos masificados están afrontando con la gentrificación o las avalanchas de turistas. “Es una reflexión que todas las administraciones y comunidades deben tener en cuenta para lograr ese equilibrio”, reflexiona Sanahuja. “No es sencillo, ni fácil, y va a estar en la agenda mediática durante los próximos años”, añade.

      Conclusiones en 1 minuto

      Créditos

      Realización: Gerard Millas y Sergi Oltra
      Coordinación: María Martín
      Traducción: Ana González y Pablo Algaba
      Diseño: Nacho Gárate

      Agradecimientos

      Prof. Xavier Ginés Sánchez
      Prof. Vicent A. Querol Vicente
      Profa. Aida Sanahuja Ribés
      Prof. Pablo Ferrando García
      Profa. Rocío Blay Arráez
      Profa. Mayte Benlloch Osuna
      Prof. Guillermo Sanahuja Peris
      Labcom UJI

      Grupos de investigación

      Sociología y Metodologías de Investigación Social. Desigualdades y Resistencias
      Mejora Educativa i Ciudadanía Crítica
      Investigación en Tecnologías Aplicadas a la Comunicación Audiovisual
      Engagement & Communication

      ¿Quién elige tu voto? Personalización y elecciones en la democracia algorítmica

      ¿Quién elige tu voto? Personalización y elecciones en la democracia algorítmica

      Vladyslav Hostyuk Zhulinskiy

      10 de julio 2024

      Filosofía Moral

      En las últimas décadas, prácticamente todo el debate político se ha trasladado a internet. Especialmente, las redes sociales se han convertido en el espacio donde la mayoría de personas expresan sus opiniones políticas, interactúan entre sí e incluso en el principal medio con el que se informan y construyen sus puntos de vista. Hasta el punto de que, en las pasadas elecciones europeas, hemos sido testigos de las creación de un partido político que se ha gestado y ha llevado a cabo su primera campaña íntegramente en comunidades cerradas en Telegram, como es el caso de Se Acabó la Fiesta. 

      Prácticamente toda la opinión pública reside hoy en internet; un aspecto que, tal vez, podría parecer una consecuencia lógica del desarrollo tecnológico, pero que tiene serias implicaciones para las sociedades democráticas. Este conjunto de consecuencias es precisamente lo que los investigadores del Departamento de Filosofía y Sociología, Patrici Calvo Cabezas y Domingo García Marzà (miembros del grupo de investigación Ética Práctica y Democracia), exponen en su libro Algorithmic Democracy: A Critical Perspective Based on Deliberative Democracy (Springer, 2024) y en su artículo Democracia algorítmica: ¿un nuevo cambio estructural de la opinión pública?.

      Los algoritmos y la formación de opinión pública

      Uno de los primeros ejemplos de algoritmos en política que hemos visto son los bots sociales. Desde la campaña de Barack Obama en las elecciones presidenciales de 2008, la utilización de bots en redes sociales ha estado presente en la mayoría de elecciones a nivel global. Se utilizan para inflar artificialmente el número de seguidores de los candidatos, replicar posts sobre un tema concreto para que aparezca entre los trends de la red y, con la evolución exponencial de la IA generativa, crean contenido sintético. Todo esto, según Calvo y García Marzà, distorsiona la realidad y la opinión pública en favor de los intereses de quien utiliza estos bots.

      Aparte, independientemente de si quien expresa una opinión es un bot o un usuario real, las redes sociales más utilizadas pertenecen a grandes empresas. Es decir, son espacios privados intervenidos por algoritmos de organización y recomendación de contenido, enfocados a que el usuario pase en ellos la mayor cantidad de tiempo posible. Esto implica que la red siempre recomendará contenidos similares, retroalimentando los sesgos de las personas y haciendo que se expongan mucho menos a opiniones contrarias a las suyas.

      Ion, consejero del primer ministro rumano Nicolae Ciuca, se ha convertido en la primera IA con cargo político

      Políticos virtuales: los algoritmos en la toma de decisiones

      En otras palabras, en estos ciberespacios la opinión pública la sintetizan los algoritmos y los propios algoritmos son quienes la transforman en datos y metadatos sobre los que, finalmente, las administraciones toman decisiones. Porque otro aspecto sobre el que los autores prestan atención es la integración de los algoritmos en el propio proceso de gobernar.

      A primera vista, la utilización de algoritmos parece un paso lógico para obtener decisiones más imparciales, puesto que estos, en principio, siempre serán más objetivos y neutrales que una persona. Al fin y al cabo, cualquier administrador humano siempre estará influenciado por intereses y sesgos personales. A este proceso los autores lo llaman la dataficación de la democracia, un proceso que afirman que ha conducido a los ciudadanos a estar constantemente vigilados y monitorizados por estos algoritmos que generan, manipulan y recogen a la opinión pública.

      Modelo económico en el que  una empresa acumula su capital recogiendo los datos del público
      Modelo económico en el que  una empresa acumula su capital recogiendo los datos del público
      Modelo económico en el que  una empresa acumula su capital recogiendo los datos del público
      Modelo económico en el que  una empresa acumula su capital recogiendo los datos del público

      Capitalismo de vigilancia

      Modelo económico en el que una empresa acumula su capital recogiendo los datos del público

      Tal vez, el punto culminante de esa tendencia a la dataficación sean los llamados políticos virtuales. En los últimos años, según cuenta Patrici Calvo, han surgido varias candidaturas que prometen delegar todas las decisiones a un algoritmo. Este es el caso del Partido Sintético Danés o de Michihito Matsuda, una IA generativa que se presenta a las elecciones para el cargo de gobernador de Tokyo. Sin embargo, el caso más llamativo para el investigador es el de Ion, el nuevo «asesor honorario» del primer ministro rumano Nicolae Ciuca, que es la primera IA con cargo político.

      Los algoritmos intervienen en la creación de la opinión pública, la transformación de esta en big data y en la toma de decisiones sobre estos datos. Para los autores de Algorithmic Democracy, esta intervención omnipresente de los algoritmos hace imposible generar una opinión pública sana y bien informada, que no se vea influenciada por intereses particulares. Para ellos, la principal necesidad de las democracias actuales es conseguir reconstruir el espacio de debate público sin la hiperconectividad que monitoriza y vigila constantemente a toda la ciudadanía. Esta es la única manera de garantizar la participación igualitaria y que las opiniones del público se puedan expresar de forma libre.

      Conclusiones en 1 minuto

      Créditos

      Coordinación: María Martín
      Diseño: Álvaro Mas
      Realización: Gerard Millas y Sergi Oltra

      Agradecimientos

      Prof. Patrici Calvo Cabezas
      Prof. Domingo García Marzà
      LabCom UJI

      Grupo de investigación

      Ética Práctica y Democracia

      IA: Perspectivas de convivencia

        Tavis Coburn

        CAP 1: Prejuicios, marcos legales e iniciativa privada. ¿Quién regula la IA?

        Carlos Cuesta-Martínez y Vladyslav Hostyuk

        15 de junio 2023

        Las herramientas generativas basadas en Inteligencia Artificial han avanzado mucho en los últimos años y han adquirido mucha notoriedad a partir de la segunda mitad del pasado 2022. Gracias a los desarrollos más recientes de las tecnologías de IA, sobre todo aquellas que operan con lenguaje o con imágenes, el acceso a estas herramientas cada vez se ha popularizado más a través de aplicaciones web como Midjourney, ChatGPT o Dall·E 2, estas últimas de OpenAI. Estas soluciones son recursos que permiten a cualquier persona usuaria generar imágenes y textos a partir de premisas y palabras clave; las llamadas prompts.

        Al mismo tiempo que se ha facilitado el acceso del usuario medio a este tipo de tecnologías, también ha crecido el interés por su aplicación a escala industrial. Esta, sin embargo, presenta una serie de retos como, por ejemplo, las grandes cantidades de datos necesarios para operar, o la infraestructura necesaria para procesarlos. Como comenta Ajay Agrawal en la publicación Harvard Business Review, una de las primeras aplicaciones de la Inteligencia Artificial en la automatización industrial se dio en el sector de los taxis.

        La integración de este tipo de tecnologías requiere un alto grado de reestructuración

        Esta fue la apuesta de empresas como Uber y Lyft, que con un sistema de coordinación entre conductores y clientes basado en IA multiplicaron la cantidad de chóferes hasta los 3,5 millones en los EE. UU. Aunque para conseguirlo tuvieron que adoptar toda una serie de medidas en materias de ciberseguridad, localización, tracking…; un cambio de sistema integral. Lo que puntualiza Agrawal es que la integración de este tipo de tecnologías requiere de un alto grado de reestructuración en las dinámicas de producción y trabajo de las empresas antes de que de verdad se puedan empezar a notar los beneficios.

        Aun así, a pesar del elevado esfuerzo estructural que supone la integración de las tecnologías basadas en IA a la actividad empresarial, la gran notoriedad adquirida por estas herramientas en los últimos meses ha llamado la atención de algunas de las grandes corporaciones tecnológicas, que encuentran una buena oportunidad para aprovechar la tendencia. Actualmente ya podemos encontrar un clima competitivo en las herramientas generativas de imágenes basadas en IA, en el que podemos encontrar herramientas desarrolladas cómo Dall·E 2, Midjourney o Stable Diffusion entre otras muchas.

        Google ha abierto las puertas a un escenario donde las mayores empresas tecnológicas pueden competir hasta terminar por concentrar la oferta de este tipo de soluciones informáticas

        Bard es la herramienta anunciada por Google para generar texto mediante IA y competir con Chat-GPT

        La oferta simultánea en este tipo de soluciones informáticas se puede ver incrementada en el futuro más próximo con la entrada de las GAFAM: las mayores corporaciones tecnológicas. Es el caso de Google, que ya ha anunciado su propia herramienta generativa de texto mediante IA, Bard (desarrollada por su filial británica Deepmind), para hacer frente a ChatGPT de OpenAI, apoyado financieramente por Microsoft. Este anuncio abre la puerta a un escenario en el cual las empresas de mayor tamaño al sector tecnológico compitan para ofrecer servicios de IA a las personas usuarias hasta acabar concentrando la oferta de este tipo de soluciones informáticas.

        Por otro lado, estas herramientas sujetas a la concentración empresarial necesitan cantidades masivas de datos (inputs) con las que poder efectuar el aprendizaje y el análisis que las permita operar. Por esto, reproducen los mismos retos que ya se han visto en los procesos de recolección de big data. Uno de estos es la difuminación de las fronteras entre la vida privada y la pública, puesto que en la mayoría de casos no es posible obtener un consentimiento consciente e informado. Además, los conjuntos de datos utilizados para alimentar las Inteligencias Artificiales peligran verse influidos por sesgos de varios tipos, como por ejemplo, el de género y el racial; que pueden hacer que el proceso de toma de decisiones de los sistemas basados en IA reproduzca estos mismos prejuicios. Para mitigar esta posible consecuencia será necesario primero asegurar una representación equitativa en las muestras de datos. Además, desde el punto de vista de las desigualdades, el acceso a estas herramientas, a pesar de que se pueda democratizar hasta cierto punto la generación de contenido, inevitablemente se verá afectado por la brecha digital en sus dimensiones económica, geográfica y demográfica.

        La Inteligencia Artificial es incapaz de distinguir la realidad de la ficción

        Además, las soluciones de generación de imágenes y texto mediante IA también se enfrentan a un reto en cuanto a la desinformación. En el caso de herramientas de texto como ChatGPT se ha observado que la Inteligencia es incapaz de distinguir datos reales de la ficción. Mientras, en cuanto a las herramientas de generación de imágenes una de las principales amenazas es su utilización para la suplantación de identidad; a pesar de que ya se han tomado medidas al respecto desde las propias empresas creadoras. Por ejemplo, en el caso de Dall·E 2, los prompts no aceptan nombres de personas reales.

        Según indican los miembros del grupo de investigación Ética Práctica y Democracia (Departamento de Filosofía y Sociología) Elsa González Esteban y Patricio Calvo Cabezas en su artículo Ethically governing artificial intelligence in the field of scientific research and innovation, ha habido intentos de regulación para hacer frente a los posibles retos que plantea el desarrollo de las herramientas basadas en IA. Este tipo de iniciativas, sin embargo, se han encontrado con ciertas limitaciones. Es el caso del Parlamento Europeo, que en 2017 y 2021 ha presentado marcos legislativos, aunque el rápido desarrollo de estas herramientas y la restricción geográfica al ámbito europeo de estas propuestas legislativas limitan su capacidad de actuación.

        El espacio privado, al mismo tiempo, también ofrece casos de propuestas de autorregulación, con compañías privadas que han definido sus propios códigos éticos, conductuales y de buenas prácticas. Aun así, estos planteamientos son cuestionados por su motivación estratégica: “evadir la regulación estatal que pueda limitar o prevenir los grandes beneficios de su aplicación práctica”, argumentan González y Calvo.

        ¿Por qué es tan difícil legislar sobre IA?

        Aun así, dentro del marco europeo se ha trabajado para establecer un marco ético en el gobierno de los recursos de IA, como es el caso del proyecto de investigación SIENNA, completado en 2021. Esta iniciativa pretende desarrollar una serie de guías para comités éticos y códigos de conducta, no tanto en la utilización, sino en el propio proceso de desarrollo de diferentes tecnologías, entre ellas las Inteligencias Artificiales. El proyecto propone guiar los procesos de innovación en el campo de la IA a partir de 6 principios: “autonomía humana; privacidad y gobernanza de datos; transparencia; equidad; bienestar individual, social y medioambiental; y accountability y supervisión.”

        De este modo, para complementar las propuestas regulatorias planteadas a nivel gubernamental, González y Calvo defienden en su artículo la aplicación de la ETHNA System, tanto a las organizaciones investigadoras (universidades, parques tecnológicos, centros de innovación o de investigación aplicada) como las que financian investigaciones. Según los miembros del grupo Ética Práctica y Democracia, una entidad interesada al desarrollar herramientas IA tendría que aplicar el sistema si pretende realizar una práctica investigativa “socialmente deseable y éticamente aceptable”. Especialmente, con la intención de poder integrar sus públicos de interés mediante una mayor participación y poder hacer frente a los retos actuales de la investigación: “integración, perspectiva de género, compromiso con el público y el acceso libre”.

        United Unknown

        CAP 2: IA en las redacciones. ¿Quién ha escrito este reportaje?

        Carlos Cuesta-Martínez y Vladyslav Hostyuk

        15 de junio 2023

        El 4 de abril, en las portadas del periódico de tirada nacional El Mundo apareció, por primera vez en el periodismo español, una imagen creada por una Inteligencia Artificial. Se trataba de un montaje donde aparecían juntos el exvicepresidente Pablo Iglesias y la ministra de Trabajo Yolanda Díaz, dos figuras que, actualmente, sería complicado ver en una misma foto. La pieza a la que pertenece esta imagen es un reportaje sobre United Unknown, un colectivo que aprovecha las herramientas generativas basadas en IA para crear sátira política.

        Más allá de esta portada hecha para sorprender, la aplicación de herramientas de IA en el mundo del periodismo, pero, no se trata de un caso aislado y novedoso. Es el caso del periodismo hi-tech, término acuñado por el investigador Ramón Salaverría en 2015, el cual aprovecha los últimos adelantos tecnológicos (como drones, realidad virtual o las herramientas que nos ocupan en este caso) para producir su contenido. Más específicamente, respecto a la práctica profesional basada en aprovechar la Inteligencia Artificial, podemos encontrar el caso del periodismo automatizado (“automated journalism”, como lo define originalmente Andreas Graefe) que incorpora el uso de logaritmos para generar noticias sin necesidad de contar con intervención humana.

        El 76,2% de medios admiten ya utilizar la IA en sus redacciones

        Imagen creada por IA publicada en El Mundo. Autores: United Unknown

        Dentro de esta tendencia, son bastantes las herramientas que han acabado interviniendo en muchas de las tareas presentes en la producción de información. Los principales usos, entre otros, son la selección de fuentes y temas, la personalización de contenidos y su distribución. Es decir, la IA influye en el análisis de la realidad social para extraer temas relevantes para producir contenidos, así como las fuentes que se utilizarán para producirlos, selecciona las personas a las que llegarán y por qué canales los recibirán; una integración vertical a varios niveles. Esto ha llevado organismos como el Consejo de la Información de Cataluña a sondear la presencia de estos recursos en las redacciones y han concluido que el 76,2% de los medios encuestados admiten utilizarlas ya. Del mismo modo, el Instituto Reuters afirma que cerca del 80% de directivos de empresas de comunicación ven la IA como una implementación clave en la automatización de la producción de contenidos y la personalización de estos.

        La introducción de herramientas basadas en IA en el ámbito periodístico ha beneficiado considerablemente algunas de sus modalidades, como son el periodismo de datos y el de verificación, que han encontrado en la gestión automatizada de datos masivos una buena oportunidad para producir sus publicaciones. El periodismo deportivo, específicamente, fue uno de los pioneros en incorporar las posibilidades del periodismo automatizado (en 2016 The Washington Post ya empleó un bot para narrar los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro), a pesar de que otras tipologías también hayan encontrado en la automatización una oportunidad para facilitar la producción de información. Es el caso del seguimiento electoral en el ámbito hiperlocal realizado por RTVE y Narrativa en 2021 con la intención de cubrir los resultados en territorios de la España vaciada.

        Pese a la extendida presencia de las herramientas basadas en IA, su implementación comporta una serie de riesgos o retos que, por ahora, las redacciones no han abordado. Por un lado tenemos toda una serie de cuestiones que afectan a la profesión. Además de las más obvias –la reducción de las tareas humanas–, encontramos una creciente necesidad de una formación para utilizar estas herramientas que permita evitar el potencial de los algoritmos para generar sesgos. Una formación que inevitablemente llevará a un mayor grado de especialización en la profesión. Por otro lado encontramos los riesgos que afectan a la calidad de la información, como por ejemplo el potencial de estas Inteligencias para generar y reproducir desinformación, o cuestiones relativas a la atribución de responsabilidades sobre el contenido donde la IA se utiliza parcialmente o lo produce de forma automática; aspectos que afectan a la credibilidad de la información. Finalmente, encontramos también retos que conciernen a los consumidores de los medios de comunicación. Entre ellos, la gestión de la privacidad y la protección de datos o la transparencia de los medios que incorporan Inteligencias Artificiales.

        Retos de la transparencia de la IA: diferenciar contenidos automatizados e indicarlo a los lectores.

        Teniendo en cuenta los riesgos y retos que plantea la aplicación de la IA en la producción de información, cobra mayor urgencia la necesidad de emplear estas herramientas mediante un uso ético. Los miembros del grupo de investigación Periodismo, Comunicación y Poder (Departamento de Ciencias de la Comunicación) Rosana Sanahuja Sanahuja y Pablo López Rabadán defienden la transparencia como uno de los “aspectos clave para avanzar en un uso responsable del IA por parte de los medios” en su artículo Ética y uso periodístico de la inteligencia artificial. Los medios públicos y las plataformas de verificación como precursoras de la rendición de cuentas en España. De este modo, diferenciar el contenido informativo elaborado de manera automatizada de aquel que no lo haya incorporado a su proceso de elaboración o indicar a los lectores cómo son aprovechadas las herramientas basadas en IA acontecen comportamientos claves en la rendición de cuentas de los medios de comunicación.

        En cuanto a nosotros, como consumidores de información, es evidente que resulta necesaria una nueva dimensión de educación mediática. Esta tiene que ayudar a reconocer la imprenta de estas herramientas en los productos periodísticos que consumimos para que no acontezcan una herramienta de manipulación en el futuro más próximo.

        Boris Eldagsen

        CAP 3: Arte generado con IA. ¿De dónde ha salido este cuadro?

        Carlos Cuesta-Martínez y Vladyslav Hostyuk

        15 de junio 2023

        La feria del estado de Colorado cada año celebra un concurso de arte en varias disciplinas. Uno de tantos certámenes artísticos realizados a nivel global que con su 150ª edición generó una de las mayores controversias del sector artístico y tecnológico del año pasado cuando Théâtre de Opéra Spatial fue nombrada ganadora en la categoría de arte y fotografía digital. La obra, a cargo de Jason M. Allen, había sido creada por la herramienta de generación de imágenes mediante Inteligencia Artifical Midjourney y su calidad había sido mejorada con Gigapixel IA, otra herramienta.

        De este modo, Théâtre de Opéra Spatial se convertía en el pasado septiembre de 2022 en una de las primeras obras generadas por IA en ganar una competición artística oficial. Frente a las críticas sobre la falta de autenticidad de la imagen o las acusaciones de victoria fraudulenta, Allen defendió su creación argumentando que no había roto las reglas del certamen y se reivindicó como el verdadero creador de la pieza, apoyado por las herramientas empleadas. Pero, ¿realmente se lo puede considerar el autor de una obra artística?

        Nunca hasta ahora una mente (artificial) había podido recombinar tantas imágenes en una creación nueva y, paradójicamente, totalmente diferente

        Théâtre de Opéra Spatial de Jason M. Allen, premiada en el certamen artístico de Colorado State Fair

        Sucesos como este, inevitablemente, plantean varias preguntas, la más acusada de ellas sobre la autoría. ¿Hasta qué punto podemos denominar como autora a una persona que genera una imagen por IA? Bien es cierto que ella escribe la premisa o prompt a partir de la que se compone la imagen, pero esta realmente es fruto de los miles de referencias con las cuales se ha alimentado el motor. A pesar de que toda la creación artística coge referencias e inspiración de diferentes lugares –solo hay que ver Las meninas de Velázquez y la versión que hizo Picasso siglos después–, hasta ahora no nos habíamos enfrentado nunca a que una mente (artificial) pudiera recombinar tantas imágenes en una creación nueva y, paradójicamente, totalmente diferente.

        Tan solo unas semanas después de la polémica con Allen, el MoMA de Nueva York estrenó Unsupervised, de Rafik Anadol, una instalación que utilizaba un motor de Inteligencia Artificial para combinar todas las obras de la entidad con factores como la temperatura de las salas, la luz que entra dentro del edificio o, incluso, el calor que desprenden los visitantes para formar una imagen que cambia permanentemente. Esta obra, más colectiva imposible, es una de las primeras incursiones de los museos en este territorio.

        Rafik Anadol y su obra Unsupervised en el MoMA

        Con este tipo de creaciones, la situación se vuelve más complicada todavía si añadimos la dimensión de la propiedad intelectual. Casi la totalidad de servicios de generación de imágenes con IA se financian con suscripciones, de forma que a no ser que la usuaria pague, todas las creaciones pertenecen a la empresa que ha desarrollado el motor. Si a esto le sumamos que, por ahora, los intentos de legislar al respecto han sido insuficientes, veremos que la cuestión de la autoría dista de ser respondida.

        Aun así, podemos concebir la IA como una de tantas herramientas que en su momento supusieron una revolución en cómo vemos y entendemos las imágenes. Solo hay que ver cómo la fotografía ha acabado influyendo en la pintura, con estilos abstractos o, por el contrario, hiperrealistas. Como define Juncal Caballero Guiral, del grupo Investigación en Estudios Feministas y de Género (Departamento de Historia, Geografía y Arte), quizás, la verdadera autoría reside en cuánta creatividad aplicamos al uso de estos motores. Sobre todo, teniendo en cuenta que muchos todavía generan imágenes muy homogéneas y con características que enseguida permiten reconocer qué aplicación las ha hecho.

        ¿Cómo conviviremos con las imágenes generadas con IA?

        Si las imágenes generadas mediante Inteligencia Artificial empiezan a formar parte de nuestro ecosistema visual y mediático, ¿cómo conviviremos con este nuevo escenario? Por un lado, se plantea la cuestión de la capacidad de discernir aquellas creaciones artificiales de las que no lo son. Las herramientas generativas todavía no son capaces de ofrecer resultados plenamente realistas, pero su capacidad de mejora aumenta frenéticamente, exigiendo que nuestra cultura visual evolucione paralelamente para poder identificar las manipulaciones en un futuro próximo. Recientemente hemos encontrado casos donde se han viralizado algunas “fotografías” generadas por aplicaciones como Midjourney, como es el caso del papa Francisco vestido con un abrigo de Balenciaga o el expresidente de los EE. UU. Donald Trump siendo detenido. Esta última, publicada cuando se anunció su imputación, llegó a ser compartida entre los usuarios, convirtiéndose en una fake new.

        Por otro lado, el acceso a estas herramientas generativas no está garantizada a todas las usuarias. La brecha digital previa (la incapacidad de adquisición de dispositivos o el pago de suscripciones a las aplicaciones) impedirá la democratización del arte que muchas veces prometen sus desarrolladores. Aun así, todavía queda una frontera que el arte creado con IA difícilmente cruzará: las emociones.

        CAP 4: Educar en competencias de IA. ¿Lo reescribimos con ChatGPT?

        Carlos Cuesta-Martínez y Vladyslav Hostyuk

        15 de junio 2023

        En menos de un año desde su salida al mercado, las primeras herramientas que permiten emplear Inteligencias Artificiales a nivel de usuario ya forman parte de los requisitos que muchas empresas piden en las ofertas de trabajo. Es decir, estas herramientas se han convertido en una realidad profesional y en un asset a tener en cuenta en el mundo laboral. Esto implica, pues, que será imprescindible que acabemos implementando la competencia en IA en las etapas de educación básica y superior.

        “La Inteligencia Artificial forma parte de la realidad cotidiana de todo el mundo ahora mismo, por tanto, todo aquello presente a la cotidianidad tiene que formar parte de la educación”, asegura Anna Sánchez Caballé, miembro del Grupo de Enseñanza, Aprendizaje y Tecnología (Departamento de Pedagogía y Didáctica de las Ciencias Sociales, la Lengua y la Literatura). La incorporación de las herramientas automatizadas de contenido a la enseñanza requiere, inherentemente, de un personal docente que acompañe al alumnado durante todo el proceso de aprendizaje de estas herramientas. Esta necesidad se vuelve más acuciante si se tiene en cuenta, como se ha mencionado en anteriores capítulos de este monográfico, la capacidad arbitraria de la IA de reproducir sesgos raciales, étnicos o de género.

        “No aprendemos a leer y escribir de hoy para mañana, entonces lo mismo ocurre con la IA y tenemos que trabajar gradualmente”

        La IA, como elemento que forma parte de la realidad cotidiana, tiene que ser trabajada en la educación.

        Entonces, si tenemos en cuenta estas circunstancias –y, además, que la mayoría de herramientas piden ser mayor de edad para ser utilizadas–, puede parecer que el momento óptimo para implementar el IA es la educación superior, en la formación profesional y las universidades. La realidad, sin embargo, nos muestra que los alumnos de secundaria ya emplean estos recursos. Entonces, se tendría que empezar a formar en etapas tan tempranas como el último ciclo de primaria, al mismo tiempo que se adapta el temario para que la IA se convierta en un asistente y no un recurso para el fraude. Ya en las universidades o los ciclos formativos, esta competencia se adaptaría a las necesidades profesionales futuras. Para Anna Sánchez es imprescindible que el proceso acompañe al alumnado en un proceso de aprendizaje continuo: “no aprendemos a leer y escribir de hoy para mañana, pues lo mismo ocurre con el IA y tenemos que trabajar gradualmente”.

        Para plantear este tipo de formación, también es imprescindible seguir desarrollando la competencia digital docente: el conjunto de habilidades, conocimientos y actitudes que tienen que tener las personas educadoras respecto a las herramientas digitales. Es decir, conseguir un profesorado capaz de formar en materia de utilización de herramientas basadas en IA, sumado a otras competencias como creación de contenido o comunicación en línea síncrona y asíncrona. Se han realizado ya muchos esfuerzos para expandir la competencia digital docente y un ejemplo es el Proyecto ProDigital, coordinado en la UJI, para promover la formación en competencias digitales del alumnado y las docentes universitarias.

        Para Sánchez, el foco de utilización de estas inteligencias en el proceso educativo tendría que estar en la elaboración de productos –en el caso de la educación superior– o trabajos de clase –en caso de etapas anteriores–. Lo más conveniente sería que estas tareas implicaran un uso reflexivo sobre las herramientas de IA, más allá de la mera generación de contenidos entregables.

        “No basta con enseñar con IA técnicamente; como ciudadanos debemos ser críticos”

        Al final, el auge de las herramientas de IA, especialmente aquellas basadas en la generación de contenido, proporciona muchas oportunidades a la docencia: tanto para agilizar la tarea de las propias personas educadoras como para adaptar la enseñanza de las nuevas herramientas a todos los niveles de la educación. La cuestión permanecerá, sin embargo, en el aprendizaje de un uso ético de las aplicaciones más allá del uso meramente técnico para evitar reproducir los sesgos propios de nuestra sociedad actual. Es decir, ser críticos con la tecnología.

        Créditos

        Realización: Javi Marín
        Diseño: María Martín

        Agradecimientos

        Prof. Patrici Calvo Cabezas
        Profa. Elsa González Esteban
        Prof. Pablo López Rabadán
        Profa. Rosana Sanahuja Sanahuja
        Profa. Juncal Caballero Guiral
        Profa. Anna Sánchez Caballé
        Labcom UJI

        Grupos de investigación

        Ètica Pràctica i Democràcia
        Periodisme, Comunicació i Poder
        Investigació en Estudis Feministes i de Gènere
        Grup d’Ensenyament, Aprenentatge i Tecnologia