24 de enero 2025
Feminazis, ideólogas de género, corruptoras de la infancia, progres… son conceptos que encontramos en el imaginario colectivo actual y que tratan de desprestigiar y menospreciar los objetivos que persigue el feminismo. La facilidad con la que estos y otros insultos han sido incorporados en los discursos sociales nos da una pista de la urgente necesidad de aproximarnos a ellos de forma crítica.
Como analistas sociales tenemos el deber de no pasar por alto estos ataques hacia las feministas y la igualdad de género, y plantearnos la pregunta sobre las causas que llevan a la emergencia del antifeminismo en la sociedad actual. Encontrar las causas sociales y materiales por las que ciertos grupos sociales se sienten amenazados por la igualdad y la diversidad sexual y de género, y reaccionan de forma violenta contra dichas realidades, nos puede acercar a la comprensión del fenómeno, así como a su posterior transformación.
Tras esta reacción antifeminista de tipo conservador normalmente virado hacia la ultraderecha política se esconden todo un conjunto de miedos y malestares que van más allá de la miedo de que los hombres blancos heterosexuales puedan tener a ser “destronados” de su posición de privilegio por parte de “las feministas”. El entramado es más complejo de lo que puede parecer a primera vista, ya que el antifeminismo no solo moviliza un argumentario antigénero, sino otros argumentarios relativos a los fundamentalismos religiosos, el nacionalismo, el colonialismo, el racismo y el neoliberalismo.
Estos argumentarios responden a malestares provocados principalmente por las consecuencias del avance de la secularización en nuestra sociedad, el auge de los movimientos migratorios, el auge de la globalización, la implementación de las políticas neoliberales en nuestras vidas y la progresiva apertura de la sociedad hacia nuevos modelos familiares y de género, que desestabilizan la noción de una familia tradicional. Todos estos procesos sociales, políticos y económicos se contraponen a una forma de vida basada en la religión, la familia tradicional, la idea de nación, el capitalismo fordista, y un largo etcétera que nos remite a biografías de tipo más tradicional o conservador.
La amenaza hacia el mantenimiento de dichas formas de vida provoca, en parte, que estos grupos reaccionen al feminismo, convirtiéndolo en el chivo expiatorio de todos sus males. El trabajo de Wendy Brown nos puede aportar claves en este sentido, ya que esta autora apunta, que el nihilismo, el fatalismo y el resentimiento son los pilares centrales sobre los que se erige la reacción antifeminista enmarcada en el auge de los populismos de derecha tanto de los Estados Unidos como en Europa y América Latina. Con el nihilismo, provocado por la pérdida de horizonte y la devaluación de los valores morales del sujeto, se pierden las nociones del bien y el mal, cosa que supone la disolución de la capacidad crítica y activa, convirtiendo el sujeto en reactivo. Este es el caldo de cultivo en el que proliferan hoy en día los discursos antifeministas.
A partir de un análisis de literatura antifeminista de tipo divulgativo editada en España he identificado los ejes argumentales centrales del antifeminismo en España: la ideología de género, la crítica al feminismo de cuarta generación, la crítica a los conceptos de sexo y género, las nuevas víctimas del feminismo, la asociación del feminismo con el comunismo y el discurso contra los “chiringuitos feminazis”.
En primer lugar, el discurso sobre la ideología de género está presente en todas las obras, como base de la que parten el resto de argumentaciones. Por ejemplo, la proliferación del término feminazi, del que se desprende una clara identificación de las feministas como mujeres de izquierdas, extremistas y enemistadas con las mujeres de derechas, pretende asociar un carácter totalitario y violento a la totalidad de las feministas, imposibilitando una posible identificación de las mujeres de derechas con el movimiento.
En segundo y tercer lugar, también se desprende la crítica al feminismo de cuarta generación (como los autores de la llamada teoría queer), muy centrada en la crítica a los conceptos de sexo y género de tipo constructivista. A partir de estas críticas se pretende señalar que hay un feminismo mejor que otro, que el feminismo relacionado con la teoría queer es más peligroso para el orden social, ya que atenta (según los autores de las obras) contra la familia tradicional, la nación, la religión y otras formas de la vida conservadora.
«El mensaje principal del antifeminismo es reduccionista. Trata de poner sobre la mesa una visión del feminismo que es monolítica»
Estas argumentaciones se enmarcan en la reactivación del ciclo neoconservador donde el género se convierte en una herramienta de movilización social para la ultraderecha política a nivel global y como catalizador del descontento de las masculinidades heridas, después de décadas de institucionalización de políticas de género, de un periodo transnacional de movilización feminista, y del auge de los feminismos populares.
En cuarto lugar, en las obras se construyen las nuevas víctimas del feminismo, que no serían solo los hombres, sino también las mujeres, normalmente asociadas con la derecha política. Además, también encontramos la idea de que las feministas son víctimas privadas de agencia por su propio discurso, hecho que resulta negativo porque un amplio espectro de mujeres se sienta identificado con los hitos y las luchas de este movimiento, y que en parte apoya el surgimiento del feminismo neoliberal, donde estas mujeres sí que se sentirían identificadas.
En quinto y sexto lugar, hay dos ejes que funcionan de forma interrelacionada: la asociación del feminismo con el comunismo y la oposición a los “chiringuitos feminazis”. Mediante la asociación del movimiento feminista en España con los partidos de la izquierda política, se crea la imagen de un feminismo que reproduce las ideas comunistas. Esto, para los autores de las obras, supone una amenaza para mantener el orden económico y social capitalista liberal. Un ejemplo de la implicación de la izquierda en estos movimientos, la ven los autores, en las subvenciones públicas para la igualdad de género, que consideran, sirven para crear “chiringuitos feminazis” en universidades y otros centros públicos. Según su denuncia, esto supondría un derroche y malversación de los fondos públicos.
Una vez abordados los principales argumentarios que componen el discurso antifeminista en España, lo que resulta difícil negar es que dichos movimientos se están nutriendo de las lcuhas y tensiones internas del movimiento feminista español en cuanto a la cuestión de quién debería ser el “sujeto del feminismo”, un debate que está llevando a ciertas rupturas hoy en las filas feministas estatales. Además, resulta evidente que las filas antifeministas tratan de delimitar qué tipo de feminismo es aceptable y cuál no. Asociando el “mal” feminismo a la izquierda política y el anticapitalismo, muestran su devoción hacia el capitalismo liberal, y denotan su apoyo a un feminismo neoliberal que concentra el “cambio social” en la decisión individual.
Créditos
Coordinación: Carlos Cuesta-Martínez
Realización: Eloi Fustier y Claudia Ferrando
Diseño: María Muntyan y Paula De La Cruz
Revisión y estilo: Otilia Martí y Marta Mejías
Agradecimientos
Prf. Maria Medina-Vicent
Labcom UJI
Grupo de investigación
Sociología y Metodologías de Investigación Social. Desigualdades y Resistencias