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Autismo en la universidad: inclusión y estereotipos

Carlos Cuesta y Vladyslav Hostyuk

15 de junio 2023

Biología Celular y Patología

La inclusión de las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un tema de debate muy habitual en el ámbito de la pedagogía, especialmente en las etapas educativas más tempranas. Un ejemplo han sido las jornadas TEA e Inclusión Educativa, realizadas en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales el pasado 29 de marzo. Aun así, el autismo continúa siendo más bien poco conocido. A menudo prestamos atención a la escolarización de niños con este trastorno, pero no tanto a las dificultades que enfrentan en las etapas posteriores de su vida. Entre ellas, la etapa universitaria.

Por todos es sabido que la entrada al ámbito universitario es un gran cambio que requiere de mucha adaptación: horarios diferentes, grupos de convivencia mucho más grandes o, incluso, empezar a vivir fuera del hogar familiar. Si este ya es un episodio complejo para una persona neurotípica, es todavía más exigente para alguien con TEA. En general, cada caso de autismo tiene unas necesidades individuales específicas, pero, como norma general, son personas que encuentran especialmente difíciles los cambios en la rutina. Entonces, una cosa tan sencilla como pasar de tener todas las asignaturas en una misma aula a moverse entre clases durante la jornada, o incluso pedir al profesor o profesora repetir una parte del temario, ya puede suponer un reto.

Cada caso de autismo tiene unas necesidades individuales específicas, pero, como norma general, son personas que encuentran especialmente difíciles los cambios en la rutina

Para facilitar esta introducción en los estudios superiores, muchas universidades ofrecen servicios de inclusión para las personas neurodivergentes o con discapacidad. En el caso de la Universitat Jaume I, el organismo encargado es la Unidad de Diversidad y Discapacidad (UDD), que lleva trabajando desde 1991 para garantizar el acceso a todo el estudiantado. La Unidad trabaja principalmente a través del profesorado, puesto que es el que mantiene contacto directo con el estudiantado. También colabora alumnado voluntario, para acompañar y garantizar la atención personalizada a cada persona que tenga unas necesidades educativas especiales.

Pero, ¿cuáles son las consideraciones que tendría que tener un profesor o profesora? Para enterarnos, nos sentamos a hablar con José Ramón Alonso, catedrático en la Universidad de Salamanca en el departamento de Biología Celular y Patología y ponente en las Jornadas de inclusión del 29 de marzo.

“El lugar con más autistas por metro cuadrado es Silicon Valley”

A menudo, cuando pensamos con una persona con autismo, imaginamos a alguien muy competente en el campo de la tecnología o las matemáticas; todo lo que sea relacionado con el campo de las ciencias exactas. Y es un estereotipo que nos ha venido reafirmado en el cine y las series con obras como Rain Man (Barry Levinson, 1988), The Good Doctor (David Shore i Daniel Dae Kim, 2017-actualitat) o The Big Bang Theory (Chuck Lorre i Bill Prady, 2007-2019). Alonso lo explica de la manera siguiente: “se encuentran muy cómodos trabajando con máquinas, porque si tú no entiendes el lenguaje corporal es más fácil trabajar con ordenadores que con personas”. Por esta razón, el ámbito de inserción profesional con mayor salida para las personas con TEA es la informática: “El lugar con más autistas por metro cuadrado es Silicon Valley”, asegura el catedrático de la USAL.

Por otro lado, Olga Carbó, coordinadora de la UDD, explica el vínculo entre el trastorno y las STEM matizando que los y las autistas suelen tener unos focos de interés muy concretos, que a menudo les aportan una gratificación que no reciben de las relaciones sociales. Esto, en cambio, no excluye que en la UJI haya personas con TEA que cursan todo tipo de titulaciones: lenguas, economía, humanidades, etc.

Más allá de “calculadoras humanas”

Un caso de persona con TEA que ha realizado un esfuerzo para romper este estereotipo es James McGrath, profesor de literatura y estudios culturales en la Leeds Beckett University. Bien en sus publicaciones académicas o en el artículo Not all autistic people are good at maths and science – despite the stereotypes publicado a The Conversation, el investigador se desvincula de la figura de “calculadora humana” para reivindicar su pasión por las ciencias humanas y sociales.

Conseguir la inclusión del estudiantado en cualquier titulación, tanto en la FCHS como el resto de grados, acontece una responsabilidad colectiva de la cual no nos podemos abstener. El profesorado ha de implicarse en el aprendizaje de cada individuo, atendiendo a las características específicas de cada caso. El alumnado, por su parte, tiene el papel de colaborar para integrar a los compañeros y compañeras que más lo puedan necesitar. Según los informes de la UDD, la UJI cuenta en la actualidad con diecinueve personas con un grado de discapacidad por Trastorno del Espectro Autista. Nos corresponde a todas evitar que nadie se quede atrás.

Créditos

Diseño: María Martín

Agradecimientos

Prof. José Ramón Alonso
Olga Carbó
Unitat de Diversitat i Discapacitat
Yolanda Arnau

Grupo de investigación

Plasticidad Neuronal y Neurorreparación
Universidad de Salamanca

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